Invertir es fácil, la independencia financiera todavía más, aquí el secreto,
que quede entre nosotros:
Compra de tres a cinco pisos en tu pueblo o ciudad y ponlos en alquiler: te has pasado el juego.
¿Que no te alcanza ni para la entrada del primero?
La descorrelación del crecimiento entre los activos y los salarios es un hecho.
Entre el cada día menor número de afortunados que pueden permitirse un alquiler sin compartir, es común que se pague más de alquiler que una cuota de hipoteca para el mismo inmueble.
Has llegado a una partida de monopoly que lleva tiempo jugándose, y vas cayendo en la casilla de hotel una y otra vez.
Hay quien se ha tenido que mudar a un barrio periférico o cambiar de ciudad para poder seguir pagando un techo. Llegan a buscarse otras provincias más baratas, ¡qué demonios, incluso se habla de geo arbitraje para buscar países más baratos!.
O quizás ya tienes una hipoteca y tras pagar la cuota con el salario neto restante un banco nunca te daría un segundo préstamo hipotecario para invertir… adiós al sueño de la casa que se paga sola,
Adiós a las mieles del rentista.
Hoy en España necesitas aportar de 50 a 100k de ahorro para la entrada de un piso, uno habitable, sin grandes lujos, sin venirse uno muy arriba.
“Si no ahorras es porque no quieres”, dice el último gurú e influencer financiero.
Un chaval que no hace mucho cambiaba cromos en el parque, sabe bien lo que es mantener a una familia porque ayer ahorraba un 70% de su salario desde la habitación de la casa de sus padres.
Otro que desde Bali, Dubai, Portugal o Estonia, te explica como evadir impuestos mientras vendes en Amazon y te compras 4 criptos, una inversión segura, un plan sin fisuras. Ellos saben cómo funciona el mundo, nunca han tenido un jefe y su mayor compromiso ha sido con su perfil de Insta.
Un caprichoso sesgo de supervivencia hace que esas voces distorsionadas nos bombardeen desde pedestales digitales en los que un algoritmo les ha colocado. Nómadas digitales autoerigidos como emprendedores que nunca han levantado una persiana ni han atendido a un cliente personalmente, gente de contrastada experiencia.
Pero volvamos a la inversión:
Comprar una casa, el activo por excelencia, ha sido el mayor y más frecuente medio de acumulación de riqueza de las familias desde hace siglos. Un hábito atávico iniciado con la revolución de la agricultura que, hace 12.000 años, nos llevó de recolectar bayas y cazar liebres a sentarnos hoy agarrando un móvil (hemos saltado una pequeña parte que incluye toda la historia escrita de la humanidad).
El otro camino para la acumulación de riqueza ha sido, históricamente, y sigue siendo la BOLSA.
Desde precursores como la Llotja de Mar (Lonja de Barcelona), hasta la primera Bolsa de Ámsterdam establecida en 1602 por la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, llegamos al mercado de valores actual que nos permite comprar acciones de empresas cotizadas con unos pocos clics y scrolls de pantalla.
Hoy no necesitas establecer la Red de contactos y la información de un judío sefardí en el siglo XVI. Pero quizás sí necesitemos recuperar algo de aquella mentalidad, algo que quizás el influencer de cabecera haya pasado por alto.
Como dije en el post anterior, contaremos historias a la luz de las pantallas, imagina la hoguera de un campamento improvisado dentro de un vasto bosque en lo que fue Eurasia Occidental.
Ese fuego no solo nos ilumina, nos protege de los lobos:
Era una mañana fresca de primavera en 1560, y David Aben Ezra, un mercader judío sefardí entrado en su cuarentena, caminaba con determinación hacia la Bolsa de Amberes. Todavía miraba hacia atrás con frecuencia, precaución que adquirió durante la persecución de su comunidad en la Península Ibérica dos décadas atrás. Tras aquel infierno, David había encontrado en Amberes un lugar donde no solo podía reconstruir su vida, sino también prosperar en el vibrante mercado internacional.
David era conocido por su vasta red de contactos, que abarcaba desde Salónica hasta Lisboa. Su primo, un comerciante de especias en Alejandría, le había enviado un mensaje codificado la semana anterior:
"La luna nueva ilumina las aguas del Nilo, trayendo consigo los frutos de Oriente. Pronto sentirás el aroma de la madera perfumada y el sabor del oro negro en tu mesa."
El mensaje le informaba sobre la llegada de una gran flota cargada de canela y pimienta. Gracias a esta información privilegiada, David sabía que el precio de las especias estaba a punto de caer en Amberes, y se preparaba para vender rápidamente sus propias reservas antes de que esto sucediera.
Al entrar en la imponente Lonja de Amberes, David se dirigió directamente a su corredor de confianza, Pieter van der Velde, un flamenco con quien había trabajado durante años.
"Pieter, vende todo mi lote de especias a los italianos antes del mediodía",
le dijo en voz baja. Sabía que los banqueros genoveses estaban ansiosos por asegurar sus suministros antes de que llegara la nueva flota.
En un entorno tan dinámico como la Bolsa de Amberes, este mercader judío necesitaba manejar el riesgo cuidadosamente, empleando su conocimiento del mercado para tomar decisiones estratégicas que minimizaran las pérdidas y maximizaran las ganancias.
Hoy, tienes un par de cosas a tu favor para invertir directamente en cualquier activo, a no ser que vivas en un país controlado por “Los enemigos del Comercio” (A. Escohotado).
Pero tu cuñado interior sabe que esto de invertir en bolsa es un juego amañado en el que la banca siempre gana, un timo para ludópatas enganchados a un último subidón de dopamina.
Es un hecho conocido (y bien documentado) que la mayoría de los inversores minoristas pierden dinero en la bolsa. Según un estudio realizado por la Autoridad de Conducta Financiera del Reino Unido (FCA), aproximadamente el 80% de los inversores minoristas que especulan con derivados como los CFD (Contratos por Diferencia) pierden dinero.
En todo el mundo, la estadística es bastante similar, la bolsa es el coto privado de los insiders, donde los "peces gordos" manipulan los precios y los pequeños inversores quedan atrapados en sus redes. Es un timo, un juego de suma cero.
¿Por qué molestarse en intentarlo, entonces? Mejor jugar a la lotería, donde al menos sabes que las probabilidades están en tu contra desde el principio, y puedes disfrutar del suspense antes de perder.
Pero el bueno de David Aben Ezra no vivía de operar con información privilegiada, el año anterior perdió 200 florines cuando un barco cargado de clavo de olor fue atacado por piratas en el Mediterráneo. La escasez de esta especia en Amberes hizo que su precio se disparara, pero la mercancía de David nunca llegó al mercado.
La Bolsa, la de hace cuatro siglos y la actual, No es un Juego de Azar, sino una de las fuentes de rentabilidad más seguras y consistentes. David lo sabía bien y millones de inversores hoy aplican los mismos principios que aquel mercader.
Hoy, gracias al legado de John Bogle, puedes invertir en las mejores empresas del mundo de forma periódica usando un extraño medio de inversión llamado ETF o fondo indexado: la rentabilidad media del mercado en tu mano, sin despeinarte.
No necesitarás tener un primo comerciante de especias en Alejandría.
La clave para generar riqueza está en la estrategia: diversificación (o la falta de ella), gestión del riesgo, y sobre todo, en cualidades psicológicas como la paciencia.
La verdadera ludopatía financiera es no tener un plan y dejarte llevar por el pánico o la euforia del momento.
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Si te quedan dudas, reflexionar y comunicarse de forma diferente marcó la diferencia entre el Sapiens y el Neandertal, no será necesario aclarar como acabó aquella historia.